Un experto de la Clínica Mayo, de Estados Unidos, explicó cómo se entrenan en centros de simulación antes del contacto con el paciente.
Como los astronautas, que antes de lanzarse a la aventura espacial afrontan en tierra simulacros de situaciones similares a las que podrían presentarse en una expedición; o los pilotos con sus simuladores de vuelo; los futuros cirujanos -o los experimentados que necesitan probar nuevas técnicas- se enfrentan primero a sofisticadas máquinas y recién después toman contacto con los cuerpos de carne y hueso. “El objetivo de la formación de los cirujanos en Estados Unidos se ha ido moviendo a una educación y un entrenamiento que no comprometa la seguridad del paciente, ni la calidad. Entonces, se han buscado distintas formas para que los residentes o los cirujanos que apunten a mejorar su capacidad técnica lleguen más entrenados a la operación”, explicó en diálogo con Clarín.com Horacio Asbun, profesor de Cirugía del Colegio de Medicina de la Clínica Mayo, que participó en Buenos Aires de 83° Congreso Argentino de Cirugía.
Los centros de simulación –que ya se encuentran en más de 60 establecimientos médicos y educativos de Estados Unidos- cuentan con una variedad de equipos que van desde sofisticadas reproducciones electrónicas en las que el médico tiene que ir ejecutando cada paso de una cirugía virtual (“como un juego de Nintendo”, simplifica Asbun), hasta otros que apuntan a ejercitar su habilidad y precisión manuales.
Las salas se usan también para “simulacros de situaciones relacionadas al paciente quirúrgico y de emergencia, de trauma, de presión, cuestiones cardíacas”, enumera el especialista que es también profesor de Cirugía Hepatobiliar y Pancreática del centro situado en Florida. Así, por ejemplo, los profesionales “entrenan” cómo actuar ante un paciente que llega de un accidente automovilístico. Se simula una baja de presión, un paro cardíaco, entre otras fallas, y los residentes tienen que actuar en consecuencia. Si lo hacen bien, el paciente-muñeco se recupera, si no empeora.
Este tipo de entrenamientos ya son obligatorios para realizar cirugías laparoscópicas, pero también se aplican a otros procedimientos. “En nuestro centro es obligatorio para todos los residentes cumplir con cierto número de horas. Se los evalúa, y si vemos que alguno necesita mejorar una actividad en particular, se los vuelve a entrenar en esa acción específica para que mejore”, apunta Asbun, que también se especializa en cirugía robótica.
Si bien no está tan extendido como los centros de simulación, otro de los recursos que están intentando formalizar en la educación para la cirugía viene heredado del deporte. Se trata de que el cirujano esté listo mentalmente (mental readiness, en inglés) e imagine previamente la operación. “Los atletas se entrenan imaginándose el juego, cómo van a moverse. El cirujano, a su vez, se imagina los pasos de cada cirugía y antes de la cirugía se entrena mentalmente, qué hacer paso por paso, qué problemas puede encontrar y qué haría si los encuentra. Es una especie de precalentamiento mental antes de la operación”, señala el especialista y subraya que “hay estudios que han mostrado que la técnica ayuda a estar listo y a cumplir con los procedimientos de mejor manera y más fluida que cuando uno no lo hace”. Una encuesta entre 33 cirujanos citada por Asbun reveló que la gran mayoría ya implementa ese recurso, aunque de manera informal. “Ahora depende de cada uno, pero los resultados demuestran que esto en el futuro puede tener un efecto muy positivo en la preparación y en la educación para la cirugía”.
En Argentina todavía no hay centros de simulación, pero en el congreso realizado hace días en Buenos Aires Asbun encontró “muchos interesados” en empezar a aplicar ese tipo de entrenamientos. “Ha habido una receptividad muy buena. El nivel de cirugía en el país ha mejorado muchísimo, hay cirujanos muy capaces y es natural que al ver esto quieran no solo ser parte si no tomar el liderazgo, como ya lo han hecho en otras áreas”, concluyó.