MIGUEL TROISI (MEDIFÉ/SANATORIO FINOCHIETTO)
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¿Cómo vivieron la pandemia desde su rol financiador/prestador?

Como financiador fue un desafío, una experiencia inédita; asegurar la cobertura era la gran premisa. Se evolucionó rápidamente adaptando los sistemas a las necesidades, resaltando dos aspectos de la atención: la telemedicina y el aislamiento en espacios no hospitalarios, adaptando unidades de hotelería.

En una segunda etapa de la pandemia se convirtieron esas mismas unidades no hospitalarias en unidades hospitalizadas, ya no solamente aislando, sino atendiendo pacientes con mínimos requerimientos.

Como prestadores, la primera palabra que marcó cómo vivimos la pandemia es incertidumbre. Era un nuevo desafío, una patología nueva. Estábamos muy impactados con lo que había pasado en Europa.

La segunda palabra que describe lo que transitamos es adaptación. Tuvimos que modificar procesos, entrenar al personal, concientizar en el uso adecuado de los elementos de protección personal.

Y el tercer concepto es convivir con la patología.

 ¿Cómo prevén que será 2022?

Seguiremos conviviendo con la pandemia. Se estima que en otra escala, con menor grado de hospitalización; la aparición de fármacos para tratar la enfermedad; una población mucho más inmunizada. Pero todavía queda una incógnita que es la eventualidad de aparición de nuevas cepas.

¿Qué reformas consideran necesarias para la futura sostenibilidad del sistema de salud?

La mayoría de las reformas necesarias están relacionadas al financiamiento.

Yo creo que ese es el gran desafío el año que viene: empezar a hablar sobre cómo se financia el sistema que fue desfinanciado.

En un contexto, además, de costos crecientes, que excede la situación nacional, es un fenómeno mundial, relacionado a las nuevas tecnologías, al envejecimiento poblacional, etc. La inflación médica es un proceso que va acrecentándose año a año.

Acá no solamente cubrimos eso, sino que incorporamos nuevas prestaciones al menú, fallos que nos obligan a dar coberturas que nunca estuvieron incluidas y que hacen que esto se torne realmente imposible de sostener. Es necesario que los legisladores prevean cómo se van a financiar las nuevas leyes que regulen cobertura.

Se habla mucho sobre la necesidad de reformas al sistema de Salud. Yo creo que en ese proceso hay medidas que requieren menos tiempo de elaboración, que son de rápida ejecución, que nos permitirían empezar a solucionar problemas, a encauzar un poco este barco que hoy no va hacia el mejor rumbo.

Entre las medidas, por ejemplo, estarían no tener poblaciones subvencionadas por el sistema: monotributistas sociales cuya relación con el sistema de la Seguridad Social no tiene absolutamente nada que ver con el nivel de ingresos, como sucede con un trabajador en relación de dependencia; evaluar la incorporación de nuevos fármacos. Que se empiece a reconocer que la medicación de alto costo debe ser financiada de otra manera. Lograr que la discapacidad se financie en los organismos correspondientes: transporte en el Ministerio de Transporte, educación en el Ministerio de Educación, por ejemplo.

Por otra parte, no puede ser que una actividad como la medicina prepaga que tiene sus costos libres tenga los ingresos regulados. Y que la determinación de esos ingresos regulados no tenga relación con fórmulas de estructura de costos u otros cálculos, sino que quede librado al funcionario de turno y según razones políticas.

Las autoridades hacen foco en las empresas de medicina prepaga. Pero el 40% de la población se atiende en los hospitales públicos. Si ese sistema fuera realmente eficiente, ¿alguien gastaría dinero de sus recursos para pagar atención privada?

¿Cómo debería adaptarse el sector de las prepagas a los desafíos que trae la post-pandemia?

En las prepagas se debería mejorar la información interna para tomar mejores decisiones y no quedar tan expuestos al libre albedrío de prestadores que hoy manejan nuestros presupuestos de una manera sumamente gravosa. Es un gran tema: las empresas deben aggiornarse internamente. Se avanzó mucho en los últimos años, pero creo que nos falta mucho más.

¿Cómo observan las potencialidades de CEMPRA como herramienta política e institucional?

-CEMPRA le dio voz a un sector de la medicina prepaga que tenía escasa o nula representación. Tenemos un país en el que gran parte de las decisiones se diseñan en la ciudad de Buenos Aires y la gran virtud de CEMPRA es que recoge la opinión de entidades de todo el país y la expresa en el ámbito y ante las autoridades.

Me parece que más que nunca el trabajo de las cámaras debe ser potenciado, porque va a ser la única herramienta que nos permita interactuar con las autoridades y lograr las mejoras, modificaciones o reformas necesarias como para que este sistema vuelva a ser viable y eficiente.

 

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